“La felicidad no es algo que pospongas para el futuro, es algo que diseñas para el presente”.
Jim Rohn
La situación que estamos viviendo como humanidad, sin duda alguna, nos exige cambios en todos los ámbitos. Nuestros estilos de vida, nuestra mentalidad y nuestro comportamiento se han modificado en función de satisfacer de la manera más eficiente nuestras necesidades básicas.
Ante los escenarios antes descritos, no queda otra mejor opción que el desarrollo de la madurez e inteligencia emocional, pues será cada vez más imprescindible el trabajar con valores como el esfuerzo, la perseverancia, así como desarrollar la capacidad para afrontar los cambios y hacer frente a los problemas y dificultades que se presentan como secuela de la crisis; entendiendo que la innovación, la creatividad y el aprender de la experiencia serán los recursos que prevalecerán cada vez con mayor fuerza.
Este panorama nos hace rescatar un gran poder que siempre ha estado ahí, pero que en muchos momentos, lo cedemos a otras personas: El poder decidir sobre nuestro bienestar y mejora personal, en concreto, decidir ser feliz, para que fluya esa innovación y creatividad, tan necesaria en estos tiempos de cambios.
Muchos se angustian sobre ese panorama incierto, sin embargo, si en lugar de sufrir, decido asumir el reto como una oportunidad de expansión y logró, seguramente fluirán ideas que me aportarán mejoras contundentes, ya que si trabajo en lo único que me pertenece que es el presente y decido disfrutar sus diferentes matices; sacar aprendizajes y planear estrategias, sin duda, estaré decidiendo por mi felicidad.
Así que diseñemos un presente lleno de retos y posibilidades de acción, pero sobre todo, considerando que está en nuestras manos decidir la actitud que tomamos ante las circunstancias existentes, que si bien es cierto, con eso no cambiamos la realidad, si nos ayuda a encontrar posibilidades de éxito.